sábado, 13 de agosto de 2011

Y mañana, hablaremos del gobierno

Los gobiernos van y vienen. Las leyes van y vienen. Las ideas nacen y mueren. Todo es humano y todo lo humano perece. Todo lo humano es voluble, corruptible, desechable.
Las fronteras cambian, las banderas cambian, todo lo humano cambia.
Así que un loco que soñó un reinado de mil años de terror pensó que algo debería defenderlo esos mil años.
Y recurrió a la tecnología.
Fue derrotado, por suerte, pero esa tecnología fue confiscada y usada luego por todos los bandos vencedores, tal vez sin tanta suerte. Primero fueron los grandes países, luego alguno más pequeño. Ahora hay estados que tienen de sobra, y, como siempre, estados que carecen de ellos.

Son, claro está absolutamente leales, están programados para ello. Aunque son reprogramales, y algunos, hasta de apariencia reconfigurable, y siempre actualizables.
Únicamente responden ante un máximo líder, que tiene el poder absoluto sobre ellos. Llámese presidente, primer ministro, general, comandante... lo que sea.
Él los activa y desactiva cuándo son necesarios.
El mundo no sabe qué son, creen que son mercenarios, otros, patriotas, otros que están amenazados.

Lo que no sabe nadie, o casi nadie, es que debajo de esa piel no hay nada más que circuitos y cables.