domingo, 10 de julio de 2011

Cartas desde el exilio...

Pues sí... hubo guerras en los cielos,  algunas, las más incruentas, civiles. Por mil causas, el hermano se levantó contra el hermano y hubo vencedores y vencidos. Los vencidos construyeron sus pequeños reinos, si podían, antes de caer en el olvido, pero, antes o después, todos fueron desapareciendo, disueltos en la marea de dioses minúsculos.
Pero no todos los reinos perecieron. Algunos se mantenían, e incluso crecieron, alimentados por una fe impura, corrupta, maléfica, que parecía embriagar en distinto grado a la humanidad. Se alimentaban de odio, de rabia, de anhelos insanos... Y supieron contestar a esas llamadas, siempre entre sombras, siempre ocultos.

Y crearon reinos del mal donde lo abyecto era la norma. Alimentados por almas retorcidas, crecían y crecían en poder, tanto, que algunos incluso intentaban sus propias rebeliones, tanto que algunos escapaban e intentaban formar su propio reino, tanto que hubo que mandar agentes entre los humanos para detener males mayores que ellos mismos. 

Y ahora se pasea entre nosotros. Lo puedes encontrar en los lugares más oscuros, donde parece habitar lo maligno. ¿Añora su hogar? Poco, los sitios que frecuenta nada tienen que envidiar al lugar de dónde viene. No lo verás hacer gala de todo su poder, siempre fue sutil, lo normal allí de donde viene. Pero no le provoques.




Él no es sutil. Añora su Amor. Él Lo amaba, Lo amaba tanto que nunca sintió que Lo amara lo suficiente, que siempre quiso demostrarle mucho más amor. Y cómo Le gustaba lo puro y Le disgustaba lo impuro, empezó una cruzada contra el Maligno, allá donde la encontrase, sin importarle quién quedara en el camino. En Su infinita sabiduría, los elegidos para la Glora Eterna que era entrar a Su servicio hallarían el camino a Su Reino. Los demás, si eran incapaces de sentir Su Amor y Su Piedad, no merecían mejor destino que el que él les daba.
Un día, Él le habló. Le dijo que nunca más, que ya no era preciso su trabajo, que ahora el camino era diferente, que las cosas ya no se harían con castigos ni plagas. Se sintió muy afligido, pensando que todo aquello era por que no había hecho bien su trabajo. Y decidió aplicarse más.
Pero eso únicamente le valió Su desprecio y el exilio. Olvidó lo que había sido y vagó por el mundo bajo mil formas, hasta que se encontró con tal mal, tal mal hecho por los humanos, tal agonía, tal devastación, que recordó lo que era, y sintió de nuevo todo su poder. Pensó que Él lo alimentaba, pero no es así, es su propio dolor y rabia. Ahora se cree el instrumento de Su venganza, y sabe que nada, ni nadie, podrá detenerle hasta volver a casa.

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