jueves, 7 de julio de 2011

Mundo mutante

Han estado entre nosotros desde que empezó la humanidad misma. De hecho, esta versión del ser humano no es más que una mutación que prosperó. Se les ha llamado brujos, poseídos, se les ha perseguido desde siempre, pero siempre han estado aquí, entre nosotros, con nosotros.

Pero hijos del átomo, de la contaminación, de la comida basura, o simplemente, primeros especímenes del siguiente paso en la evolución humana, desde mediados del siglo XX su número parece aumentar exponencialmente.

Siempre, o casi siempre para ser más precisos, sus nuevas capacidades se manifiestan en la adolescencia. Y, como adolescentes, están perdidos. Algunos se esconden en sus casas, temerosos de que el mundo los descubra, de usar inadecuadamente unos poderes que no eligieron y que probablemente nunca controlarán.
Otros, discretamente, se valen de esos mismos poderes para hacerse la vida un poco más fácil.
Algunos de ellos los usan abiertamente para su beneficio personal y unos cuantos para intentar ayudar a los demás. Algunos creen que sólo ellos prevalecerán, y se esfuerzan en demostrarlo, y otros que el planeta es suficientemente grande para todos.

Luego está la gente normal, la humanidad de toda la vida. Y también hay de todo. Quiénes no ven con muy buenos ojos que su vecino les pueda leer el pensamiento o moverles el coche únicamente con desearlo, quienes se sienten amenazados por esa gente rara que viene a quitarles el puesto de reyes de la creación, quiénes ya odiaban antes a los diferentes y no les cuesta nada añadir un grupo más, quiénes simplemente desconfian de lo nuevo, quiénes los consideran contagiosos apestados, quiénes sólo ven un nuevo y selecto grupo de ratones de laboratorio o una manera de hacer dinero rápido y seguro.

Claro que también hay quién los entiende, o eso dice, quién los apoya y cree que en la diferencia está la riqueza, quién se acerca a ellos por altruismo hacia esa gente perdida en un mundo que no está hecho para ellos o por pura envidia de unos poderes que en secreto desean, quiénes consideran que trabajando en armonía el futuro puede ser brillante y quiénes quieren tener amigos superpoderosos por si acaso. Quiénes sienten lástima y quiénes no dejan de ser amigos de sus amigos, aunque ahora vuelen.

Aunque claro, cómo mejor se apoyan es entre ellos mismos. Al fin y al cabo, es difícil de explicar qué se siente, cuándo, de repente, puedes calentarte la pizza con el pensamiento. Por eso se juntan. Para hablar de sus cosas, para defenderse de quienes los odián o para atacarlos. Pero, sobre todo, para no sentirse bichos raros.

Porque ser un súper mola, pero mola si eres un dios y eres capaz de reventar el planeta con un gesto, o te puedes permitir una súper armadura, o vienes de otro planeta o algo así... Pero encontrarte con poderes así, de la noche a la mañana, cuándo ayer eras únicamente otro saco de dudas y granos que arrastraba la mochila por el instituto, pues cómo que no. Porque si apenas sabes explicar por qué te levantas con una voz diferente cada mañana, menos vas a saber la cantidad de frío a aplicar para no congelar el refresco del botellón.

Porque luego creces y todo el mundo supone que se te han ido las dudas de por qué tú tuviste que nacer así, de entre miles de millones de personas.
Pero no y lo sabes, aunque disimules, aunque esos miles de personas no se den cuenta.

¿Y qué opina el gobierno de todo ésto?

Pues... depende del gobierno. En ciertos países, ser mutante es tan delito como ser homosexual, y tienen la misma condena. Afortunadamente, son los menos. En otros, hay agencias oficiales, públicas que atienden la problemática y secretas que se encargan del problema. En la mayoría, no saben muy bien que hacer, ya bastante tienen con todo lo demás. Algunos ven una oportunidad, y los animan a trabajar con ellos, o para ellos y se esfuerzan en ingeniar maneras de que sean, de alguna manera, útiles a la sociedad. Algunos ven un problema y dejan que sean los mismos mutantes los que se las arreglen sólos, siempre que no molesten. Algunos los animan a formar parte de los cuerpos de seguridad y otros han formado un cuerpo de seguridad para defenderse de ellos. Algunos gobiernos tienen mutantes entre sus componentes y otros... también, pero no lo saben.

Y ahí andan, bichos raros buscando un lugar en el mundo, sin saber muy bien qué hacer con su vida, como el resto de mortales, con la ventaja, o desventaja, de que pueden, o podrían, remoledar todo el mundo conocido con tal vez demasiada facilidad.


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